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Museo y Principio de Custodia Compartida.

A propósito del cierre temporal de una sala en el Museu de Belles Arts de Castelló. 

Por: Reyes Silvestre, Rble, de Conservación Preventiva y Restauración de Colecciones, Museu de Belles Arts de Castelló. Socia del Grupo Español del IIC. rsilvestre@dipcas.es  

La notoriedad que ha adquirido el cierre temporal de una de las salas del Museu de Belles Arts de Castelló por un problema técnico, evidencia una evolución favorable en el sentimiento de sensibilización y responsabilidad patrimonial de la sociedad actual. El fallo en las humectadoras  del climatizador que da servicio a la sala de la colección permanente de Bellas Artes I y que impedía garantizar los niveles de HR convenidos, hizo necesaria la adopción de medidas inusuales para compensar esta carencia hasta la instalación de las nuevas; trabajos que una vez concluidos permitió su apertura al público el pasado viernes día 8 de abril. 

Varios son los desafíos a los que se enfrenta habitualmente este Museo para sostener unos valores óptimos, estables y homogéneos de HR en este espacio que acoge colecciones de pintura y de escultura sobre distintos soportes: Elevado conjunto de Bienes sensibles a las variaciones termohigrométricas. Unas condiciones climatológicas en la ciudad de Castellón caracterizadas por descensos drásticos en la HR en el otoño y la primavera y que en estos periodos estacionales críticos exigen el máximo rendimiento de unos equipos ya mejorados para tal fin en 2006. Un proyecto arquitectónico que comunica a través de un gran vacío esta planta con la superior, que dobla su altura, y requiere el tratamiento de grandes volúmenes de aire hasta conseguir los estándares pautados. Y un aspecto del diseño de interiores  que adquiere relevancia cuando se produce un descenso brusco de la HR, el panelado en roble de paredes, techos y suelos; un continuo de madera  que  frente a pequeñas oscilaciones puede contribuir a minorar sus efectos,  pero que su excesivo desecamiento va sin duda a dificultar y ralentizar la recuperación de los niveles programados, mientras capta del aire la humedad necesaria hasta alcanzar su propio estado de equilibrio.  

Esta suma de factores exigió una actuación rápida con la que mantener de manera eficiente los niveles de humedad necesarios para la correcta conservación de las obras que en ningún momento se desplazaron, y que incluía  el uso ineludible de las compuertas cortafuegos con las que está dotada la sala para crear entornos más reducidos en los que tratar el aire con medios auxiliares externos.  Una medida que  ciertamente  impedía el  recorrido habitual del visitante por la misma, pero  la urgencia de la situación y la enorme ventaja que ofrecía para las colecciones  determinó su puesta en marcha y la clausura de este espacio expositivo el tiempo estrictamente necesario.

La atención que ha recibido en esta ocasión el incidente,  invita a recordar otro previo que merece ser comentado. La enorme presencia de madera en los interiores, nos lleva en 2003 a consultar con diferentes expertos en plagas la posibilidad de aportar barreras físicas que permitan sectorizar espacios, que poder aislar, en caso de infestación por xilófagos; ante la ausencia de garantías y dadas las colecciones tan diversas que alberga, se decide establecer un protocolo de nuevas incorporaciones muy estricto y  abordar a principios de 2004 la desinsectación de todos los Bienes inventariados de este Museo. Debido al importante volumen de obras con soporte en madera y a los riesgos inherentes que conllevaba su traslado, el tratamiento por anoxia se lleva a cabo en esta misma sala que es hoy objeto de  comentario, por lo que se cierra al público durante un periodo de tiempo ostensiblemente más prolongado que el actual. Si bien en aquel momento la prensa recoge en alguna nota este hecho, la repercusión mediática y social resulta prácticamente inexistente; una distancia y desapego que contrasta con la difusión  obtenida ahora  y que ha supuesto un continuo trasiego de llamadas de los diferentes actores vinculados o interesados por el problema y su solución, entre los que también hay que incluir  a esta Asociación al subir la noticia a la Web.

Y es comparando estas dos intervenciones que las separa  en el tiempo doce años, cuando no deja de sorprender las importantes diferencias  en la respuesta; una  evolución en el interés de la sociedad, a la que sin duda ha contribuido la trayectoria de esta Institución con sus propuestas programáticas pero que confirma  un cambio positivo en la percepción que los ciudadanos tienen de sus testimonios culturales. Ahora sí, el sentimiento de sensibilización y responsabilidad patrimonial social  por el que aboga la Reunión de Vantaa comienza a tomar forma  de manera clara y precisa para convertirse en el gran aliado que nuestros Museos necesitan.  En definitiva, un buen síntoma.

Reyes Silvestre, Rble, de Conservación Preventiva y Restauración de Colecciones, Museu de Belles Arts de Castelló. Socia del Grupo Español del IIC. rsilvestre@dipcas.es