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Boletín GEIIC Mayo: Especial COVID-19

 

PATRIMONIO CULTURAL: DESASTRES, CATÁSTROFES Y EMERGENCIAS

Desde mi balcón, en tiempos de confinamiento

 

Un desastre mal gestionado solo conduce a la catástrofe, un desastre solo puede atajarse en la emergencia.

En toda situación de emergencia acaban emergiendo injusticias y las injusticias no se pueden ni se deben olvidar.

Como no se debe olvidar que toda injusticia se afianza con las omisiones de muchos y los intereses miserables de otros y, ante éstos, solo queda el combate cuerpo a cuerpo, el desprecio y el olvido.

Pero las injusticias también se construyen a base de errores y de los errores hay que aprender…

 

Intentaré que la última frase, de todas con las que introduzco el tema, me oriente en este discurso, pues es lo único válido en estos duros momentos marcados por la crisis del COVID-19, en los que pasa lo de siempre; que, ante una crisis que está afectando al Patrimonio Cultural –sí, con mayúsculas- de nuestro colectivo, salen expertos en emergencias hasta debajo de las piedras, de esas con las que se han construido nuestros preciados monumentos.

Pero… ¿qué sabe nuestro colectivo del mundo de la emergencia?, de su gestión, de su normativa vinculada a protección civil, de las distintas situaciones/niveles de emergencia y su escalada para abordarlas, de los planes locales, territoriales y nacionales que se van activando en este proceso, de sus actores, de los interlocutores pre-establecidos a los que dirigirse, de sus procedimientos y de sus protocolos; sobre todo cuando no tenemos los nuestros propios para atender al Patrimonio –ese que decimos defender-. Protocolos que son el único modo de actuar con garantías y de manera efectiva y coordinada con el resto de los agentes que tienen que intervenir incluso antes que nosotros mismos… ya que toda emergencia tiene sus tiempos y sus prioridades y hay que saber dónde tienen cabida nuestras acciones para ser parte de la solución y no fuente de nuevos contratiempos.

Conato de incendio iglesia de S. Pedro, en Tordesillas, Valladolid. Actuación conjunta bomberos Diputación Valladolid / Unidad de Emergencias en Patrimonio JCyL; activados por Protección Civil.                                                                                                                                                                     

Este es el marco y el contexto en el que se debe trabajar para solucionar los daños primarios y secundarios del Patrimonio cuando ha sido golpeado por un desastre, o para evitar que algunas actuaciones, encaminadas a atajar emergencias que no han afectado a los bienes culturales, acaben por provocar otros problemas –como es el caso de las desinfecciones en masa como método de reducir la transferencia del COVID-19-.

Cada cual que se responda a sí mismo, pero quien piense que con saber de Patrimonio y su conservación lo tiene todo resuelto, que le basta y sobra para solventar los problemas que pueden afectar a éste tras un desastre, debe tener claro que, con este punto de partida, el principal riesgo para el Patrimonio Cultural derivará de sí mismo y de esta actitud de arrogancia profesional.

Quizás haya que evocar lo que muchos parecen olvidar o que nunca se recuerda lo suficiente: que la conservación del Patrimonio no es una disciplina encaminada a uno mismo ni al beneplácito de nuestro propio colectivo o la administración contratante, ni a sumar hitos técnico-científicos para su desarrollo, aunque esto suponga un gran avance para la misma. La conservación del Patrimonio Cultural es por y para la sociedad, aquella a la que hemos inducido a desvincularse del mismo por nuestra actitud paternalista mal entendida, la del “nosotros sabemos”, “nosotros somos los entendidos” y pensar que estamos en posesión de “la verdad y el cómo tiene que ser y el para qué”, desvinculación que estamos pagando muy cara.

Y claro que nosotros sabemos, pero este conocimiento, y más en las situaciones de emergencia, tiene que orientarse desde actitudes inclusivas, las que garantizan y establecen que el patrimonio es una cuestión de todos, que es una cuestión SOCIAL; al igual que la salud, aunque solo diagnostiquen y operen los profesionales de la medicina.

Continuemos con el símil de la medicina, siempre he pensado que tenía que ver y mucho, con la conservación/restauración, pues seguimos parecida metodología, aunque nuestros pacientes sean de distinta naturaleza. En medicina cada persona, cada individuo es algo único, singular e irrepetible ¿les suena? Igual que toda obra de arte, todo documento, toda manifestación cultural…

En nuestro país, a pesar de que el grado en medicina incorpora asignaturas de urgencias y emergencias (MUE1) y que existen numerosos masters que abordan esta temática, los profesionales del ramo llevan décadas reclamando una especialidad MUE, especialidad que recomienda la propia OMS. Porque se considera que existe la medicina –que da respuesta de las situaciones “ordinarias”- y la medicina de emergencias que requiere conocimientos, capacidades y actitudes específicas para poder resolver situaciones “extraordinarias” y en las que están implicadas múltiples víctimas.

Lo mismo sucede en el campo de la conservación del Patrimonio Cultural: los problemas derivados de los desastres generan dinámicas, efectos y contratiempos nunca vistos y que solo pueden abordarse desde el marco y ordenamiento que establece la protección civil para la gestión de toda emergencia; teniendo incluso que tomar rápidas y drásticas decisiones y que implican realizar operaciones que en ocasiones contravienen la praxis de la conservación “canónica”, pero orientadas a un único fin, el rescate y salvamento de los bienes culturales que si no se perderían de manera irreversible. Por eso ha llegado el momento de empezar a reclamar que los planes de estudio de las disciplinas vinculadas al Patrimonio y a su conservación, empiecen –como primer paso- a incorporar esta temática como asignatura troncal y conocimiento transversal.

Situaciones como las que vivimos en estos momentos ponen en jaque las bases de nuestra sociedad, entre las que también se encuentra el Patrimonio Cultural; Patrimonio que a lo largo de la historia se ha visto mermado y dañado por una larga tipología de desastres como inundaciones, incendios, vandalismos, terremotos, deslizamientos de terrenos, expolios… en definitiva, por todo tipo de manifestación destructiva generada por las fuerzas de la naturaleza o acciones –intencionadas o no- de los seres humanos. Manifestaciones destructivas que siguen y seguirán sucediendo, al parecer cada vez más a menudo por los efectos de la globalización y del cambio climático ¿estamos realmente preparados?

1MUE: Medicina de Urgencias y Emergencias

 

CRISTINA ESCUDERO

 

 

 

Alerta: El protocolo básico: COVID-19 en bienes culturales
La primera información que llega a España

 

Hoy somos afortunad@s gracias a las redes sociales y plataformas online, pese al estado de alarma excepcional que estamos viviendo, éstas se han convertido en herramientas extraordinarias.

El 1 de marzo en Madrid cierra la edición 2020 de ARCO, Italia estaba ya inmersa en la crisis sanitaria del coronavirus y reconozco, ahora, que no me acercaba mucho a los milaneses, sentía en mi nuca aquello de: ¿no tienes miedo a contagiarte? Es una de las semanas más intensas del año para nosotros ¿cómo podía pensar que, días después, esos mismos pabellones serían el mayor hospital de emergencias de España?

La prensa del día siguiente rezaba “cierra las puertas el Museo del Louvre” y empiezo a preocuparme. Como conservadora y restauradora soy responsable de una colección de arte contemporáneo en Madrid, 8 días más tarde cerramos las salas al público, antes incluso que el Museo del Prado.

Cuatro días después, se publica el Real Decreto de estado de alarma y nos envían al confinamiento. El 17 de marzo, mi sistema neuronal de emergencia se activa, así que consulto virtualmente a compañeros ¿Quién y cómo va a realizarse el mantenimiento en los bienes culturales artísticos, si no podemos acudir a trabajar?
¿Podremos infectarnos por la presencia de COVID-19 en la superficie de obras de arte?

Me alertan las primeras fotos en prensa donde descubro personas no cualificadas desinfectando monumentos de sitios y patrimonio histórico fuera de España, nebulizaciones muy dudosas y sin criterio, quiero leer que quieren dar sensación de seguridad.

La única información sobre permanencia del coronavirus en las superficies que disponíamos, llegaba de la policía nacional y del ministerio de sanidad, pero no era lo que necesitábamos como responsables de la preservación de los bienes culturales.

Repaso toda la información existente, no había nada sobre una pandemia como ésta. El 26 de marzo Ruahidy envía a nuestro network de AO2017 un vídeo aceptable con base científica, centrado en lugares históricos, una fuente apropiada.

La comunicación de NCPTT: Covid-19 Basics. Desinfecting Cultural Resources, es básica y fácil. Pienso que hay que traducirlo para el bien de nuestra comunidad, y convoco a nuestra presidenta del GeIIC, C. Roberto, a B. Haspo y A. Rueda de ApoyOnline, quienes encantadas aceptan el reto, y pedimos permisos trabajando intensamente contra reloj, emails, llamadas, vídeo conferencias, un trabajo de equipo. El vídeo se publica en España y América.

Ha sido un placer saber que el esfuerzo mereció la pena, finalmente se activaron las personas adecuadas, y la repercusión mediática ha sido excelente. Necesitamos estar en primera linea frente a esta pandemia desde nuestro sector, somos los garantes y responsables del futuro de nuestros monumentos y bienes culturales.

Una última línea de agradecimiento por la ayuda desinteresada de C. Ahedo, E. Gayo, C. Escudero, compañer@s de las américas, además de científicos y biólog@s en la supervisión y largas conversaciones telefónicas. Queda mucho por delante y seguimos trabajando en ello.
Y cómo no, gracias a las almas que de verdad están enfrentándose al COVID-19 para que yo, mientras, escriba estas líneas. Cuídense mucho.

 

JULIA BETANCOR

Relaciones internacionales, coordinadora corona crisis y vocal GEIIC