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BOLETÍN GEIIC SEPTIEMBRE 2022

Restauradoras egipcias

EXCAVAR Y CONSERVAR EN EGIPTO: LA COLABORACIÓN NECESARIA

María Antonia Moreno Cifuentes
Conservadora / restauradora

Restauradoras egipcias realizando un proceso de desalación en Heracleópolis Magna (Beni Souef).

Egipto cuenta con uno de los patrimonios arqueológicos mundiales más importantes cuya conservación supone cada día un reto debido, entre otras causas, a la enorme afluencia de viajeros que visitan el país. Actualmente una de las prioridades del Ministerio de Turismo y Antigüedades es restaurar y conservar tan rico y extenso Patrimonio, razón por la cual en todos los proyectos de excavación se incluyen restauradores.

Son muchos los equipos no egipcios que desarrollan proyectos arqueológicos en todo Egipto y desde hace años la colaboración entre técnicos nacionales y extranjeros es cada vez más estrecha. Las universidades y facultades egipcias que imparten enseñanzas de Arqueología e Historia Antiguas ofrecen programas sobre conservación y restauración arqueológica, a estas hay que añadir escuelas de formación específica sobre conservación. Los estudios no solamente se refieren al patrimonio arqueológico faraónico, el más conocido y admirado, sino que se extienden a otras culturas como la copta e islámica.

El Servicio de Antigüedades, dependiente del Ministerio de Turismo y Antigüedades, determina unas normativas que deben ser tenidas en cuenta en el momento de presentar un proyecto y pedir los permisos de excavación y conservación. Previamente al comienzo de cada campaña los equipos extranjeros tienen que proponer un programa de actuaciones arqueológicas y de restauración: zonas previstas de trabajo, objetivo de las discusiones y nombres de los miembros del equipo. Tras la concesión de la autorización el Servicio de Antigüedades designa inspectores egipcios para supervisar y controlar los trabajos en el yacimiento, los almacenes y zonas de trabajo de las misiones arqueológicas.

Si los proyectos cuentan con un número elevado de obreros es preciso tener un capataz o raiss , el cual facilita la organización del trabajo diario en el yacimiento si surgen necesidades de infraestructuras, búsqueda de materiales y, en ocasiones, sirven de enlace entre las cuadrillas de operarios, los técnicos y los directores de los proyectos.

En los últimos años se están incorporando en los proyectos extranjeros restauradores egipcios con una formación cada día más configurada a las necesidades actuales y criterios de intervención, a la que se añade su interés por conocer nuevos materiales y su aplicación. Para los restauradores no egipcios trabajar con estos colegas supone un enriquecimiento enorme de su experiencia ya que el conocimiento que los nativos tienen de su patrimonio, algunos de los cuales conviven desde que nacen con los restos arqueológicos, supone un aporte adicional para conocer los problemas de conservación de los materiales exhumados y su evolución a lo largo de los años. 

Muchos materiales que en las prácticas de la restauración en el mundo occidental han caído en desuso en Egipto funcionan bien y su envejecimiento natural aporta información sobre la durabilidad y buenos resultados a medio y largo plazo. Se pueden sacar interesantes conclusiones de materiales tradicionales usados ​​en Egipto que pueden adaptarse a la conservación y restauración actuales como es el caso de la fabricación tradicional de ladrillos de adobe, la aplicación de la goma arábiga como aglutinante, el empleo de yeso y cal o morteros tradicionales. 

En la actualidad debemos plantearnos la sostenibilidad dentro del campo de la conservación y Egipto puede ser el área perfecta para llevar a cabo actividades dentro de este ámbito: reutilización de materiales tradicionales, recuperación de métodos de intervención ya arraigados y de productos que históricamente han dado buenos resultados, capacitación profesional del personal nativo y minimizar los riesgos de un mal mantenimiento mediante el empleo de sistemas de protección sencillos y prácticos. La conservación de áreas arqueológicas a medio y largo plazo debe hacerse con sistemas y materiales fáciles de aplicar y que no supongan un costo económico elevado. 

Está demostrado que el conocimiento previo de la composición material de un bien arqueológico y de los problemas que lo alteran es la base para poder realizar una intervención perfecta, pero no se pueden generalizar los tratamientos ni los productos que usamos en todos los países. En el caso de Egipto y la enorme actividad arqueológica que se ha desarrollado, especialmente en los dos últimos siglos, hay que combinar la experiencia de sus habitantes, la formación de los técnicos y la asistencia que los equipos extranjeros pueden añadir. 

Para los conservadores y restauradores extranjeros trabajar en ese país es una escuela perfecta para poner en práctica sus conocimientos pero, sobre todo, supone la posibilidad de aprender técnicas sencillas y tradicionales de restauración aplicando materiales autóctonos cuyos buenos resultados se pueden ver actualmente en muchos monumentos.   

CV María Antonio Moreno Cifuentes

Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense de Madrid y Diplomada en Conservación y Restauración de BB. CC. -especialidad de Arqueología- por la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Madrid.

Ha trabajado en los Museos de Burgos, Zaragoza y Arqueológico Nacional y en yacimientos arqueológicos en España y en el exterior en: Pompeya (Italia), Kharaysin (Jordania) y en Egipto en Heracleópolis Magna (Beni Souef), el Templo de Tutmosis III y en el de Amenhotep III, ambos en Luxor.

Bibliografia

ARCE (sf). Centro de Investigación Estadounidense en Egipto. https://www.arce.org